miércoles, 6 de mayo de 2009

cuento

La pobre viejecita

Hace muchos años hijos mío, y hasta hoy cuanto se que puedes definir el amor no con estas palabras más en sentimientos que sinceros han sido siempre mas, allá del cuidado y la responsabilidad es el amor a la vida misma, la que crea el sentimiento para que tu criatura mía, sangre de mi sangre sientas que es bueno estar vi

En la vida como parte del aprendizaje se comenten errores involuntarios que tarde o temprano se revierten como una avalancha que te tapa entera y nunca sabes cómo ni cuándo se origino.

Lo que he quiero contarte es algo tan extraño e inverosímil que no he querido mostrarte si no hasta hoy, el día menos pensado el de mi muerte

Era de noche hace cuarenta años una fuerte tormenta congelaba mis sentidos apenas si podía mantener los ojos abiertos pero en la oscura calle por la que transitaba pareciese que no los tuviera, me guiaban mis pasos tristes y cansados de cargar con los dilemas que esa noche atormentaban mi cabeza cuando fueron interrumpidos por un relámpago que me deslumbro desde el cielo proyecto sobre la pared una silueta escabrosa por diez segundos, con irresistible deseo por ver que eso que era , confiada en mis recuerdos e imágenes psíquicas y en el poder de mi imaginación pero el miedo se rebeló en el cielo hasta que reventó como un mordisco en mis entrañas voltee la vista atónita, como cometiendo un pecado y vi el rostro del padre del hijo que llevaba en vientre y congelada ahora si por completo, todo se inmovilizó en el tiempo dejándome en el espacio vacía con un solo dilema miedo y deseo fue cuando la calle ya se había tornado oscura y ahora amenazadora con un par de fuertes brazos que arremetieron con fuerza sobre mi sofocando mi existencia, pero sentí entonces un deseo más poderoso que el de supervivencia hizo que el objeto que llevaba por protección justificara su fin y enterrado quedo en uno de sus órganos perceptor inocente. Cerré mis ojos permanecí inmóvil y me encogí un poco al sentir la lluvia cayendo sobre mis hombros, al amanecer cuando cesaron todas las gotas de lluvia y llanto me desplome enterrándome en un inconsciente

Pero cuando desperté mi sorpresa ¡ nada fue un sueño fueron quince años de mi vida encerrados en un sanatorio mental tenia ojos pero no servían esta vez, tenían mil puntos ciegos y un recuerdo vivía conmigo siendo también el fantasma de mi tiempo una madre siempre es paciente con sus hijos, así espere y como en una tercera dimensión reconstruida en mi mente ilusiones ópticas han permanecido en mi mente por mucho tiempo y se reproducía secuencialmente en mi cerebro con un tranquilo fluir de música ligera en el piano al final nadie moría y a mi bebe lo cubría con un paraguas que nos cubría todos con una sombra espesa hasta oscurecer por completo cual sensación de un claustro y mi fobia aumentaba hasta que estallaba en sobriedad y entre gritos histéricos, sepulcrales salidos de la misma tumba, que agobiaban mi lenta percepción de la conciencia

Ji tiempo transcurrió así lento y tranquilo cauteloso caminar de la tortuga viendo como se aleja pero poco distante pero asequible, a veces con la mirada fija pero perdida la razón llevándome con el fantasma de un hijo; que hijo murió antes de nacer pero no murió en vano

A los cuarenta y cinco años decidí alcanzar la tortuga para ver qué realidad esconde Salí de esa (cárcel – hospital) después de declararme normalmente loca para vivir en sociedad

Días en los que la muerte se poso sobre mí sin matarme y desde ahí me persigue como un fantasma que me atrapa en el recuerdo obsesivo del esa calle y el paraguas

Desde aquel entonces mi vida era “normal” trabajaba en el mas anónimo restaurante y vivía para mantenerme de pie, en la exageración prodigiosa de mi memoria que ahondaba en el llanto todas las noches por quince años mas que aun siendo libre no salía del pasado

La mayor parte del tiempo me la pasaba entre restos de comida y platos sucios hasta que mi cansancio ya no soportaba otro oficio y entonces emprendía mi camino hacia el doloroso pasado y gemir entre el viento de la misma calle el dolor de perder un hijo sin siquiera verlo nunca mas

Cuando una noche ya rayaba mis sesenta años Resurgí de mi diario acontecer y al salir a la misma calle de mi sollozo, sin esperanza ninguna más que la sabiduría de mi muerte

Pero según las causalidades de mi carácter altruista y generoso al dedicar toda mi vida a la espera trajeron consigo entre rayos y truenos la decisión de devolverme por el paraguas pues la noche amenazaba con ser mojada, l al volver por la calle oscura en una canasta y deslumbrado bajo una luz que cubrí con mí sombra estabas tú y si hoy sientes que es bueno estar vivo cumplí siendo ese sentimiento clara afirmación de amor y la existencia de dios siendo madre para ti como leche y miel

Pero la esencia misma del amor materno es cuidar el pequeño niño crezca y esto significa desear que el niño se separe de ella

Fin ………… en la hora y a la hora de nuestra muerte

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